Carlos Alcaraz ha encendido una nueva polémica en el mundo del tenis después de sus sorprendentes declaraciones tras su derrota parcial ante Jannik Sinner en un reciente torneo internacional. Durante una rueda de prensa posterior al partido, Alcaraz aseguró que notó un cambio repentino y “sospechoso” en el rendimiento físico de su rival, particularmente después de que este bebiera un poco de agua durante una pausa técnica. “No quiero señalar directamente, pero fue muy extraño. Sinner estaba agotado, lo tenía controlado… y de repente, después de beber agua, volvió con una energía completamente distinta. Nunca vi algo así”, comentó el tenista español visiblemente molesto.

La insinuación de Alcaraz no pasó desapercibida para el público ni para los organizadores del evento. Las redes sociales estallaron con teorías y acusaciones, y pronto se confirmó que, por petición del equipo de Alcaraz, se realizaron pruebas de control antidopaje a Jannik Sinner inmediatamente después del partido. Lo que más llamó la atención no fue solo la solicitud inusual de una prueba en ese contexto, sino la forma en que se transmitió: con tensión, miradas cruzadas entre entrenadores, y un ambiente que, según algunos testigos presentes, se volvió “casi hostil”.

Los resultados de las pruebas, sin embargo, no arrojaron ningún indicio de dopaje o consumo indebido de sustancias por parte de Sinner. Todo estaba dentro de los parámetros legales. Pero, lejos de calmar las aguas, esta conclusión dejó a los organizadores y a buena parte del público en un incómodo silencio. ¿Fue una acusación sin fundamento de parte de Alcaraz? ¿O simplemente un intento desesperado por justificar una derrota?

Algunos expertos han salido en defensa del joven español, señalando que los deportistas de alto nivel, sometidos a presión constante, pueden tener percepciones distorsionadas durante el calor de la competencia. Otros, sin embargo, consideran que hacer pública una insinuación tan delicada sin pruebas concretas daña no solo la imagen de su oponente, sino la integridad del deporte en general.
La situación se ha vuelto aún más compleja con la filtración de un video en el que se ve a Alcaraz hablando en privado con su entrenador durante el partido, diciendo: “Eso no es normal, míralo… parecía muerto hace cinco minutos”. Este fragmento, aunque no es concluyente, ha alimentado la narrativa de que el español realmente creyó que algo extraño estaba ocurriendo.
Por su parte, Jannik Sinner ha preferido no dar declaraciones públicas al respecto, limitándose a publicar una imagen suya entrenando al día siguiente con el mensaje: “Seguimos adelante, siempre con la cabeza en alto”. Su silencio ha sido interpretado por muchos como una muestra de madurez, aunque también hay quienes consideran que un desmentido directo habría sido más contundente.
Mientras tanto, los organizadores del torneo están evaluando si se deben establecer nuevos protocolos para situaciones como esta, donde un jugador cuestiona directamente el rendimiento físico de otro en plena competencia. No es común que una simple botella de agua se convierta en el centro de un escándalo, pero en el mundo del tenis de élite, cada gesto, cada palabra, y cada mirada pueden convertirse en titular.
Lo que está claro es que esta historia no termina aquí. La relación entre Alcaraz y Sinner, dos de los talentos más brillantes de la nueva generación del tenis, ha quedado marcada por este episodio. Y aunque ambos continúan su camino en el circuito profesional, el eco de esta polémica seguirá resonando en cada enfrentamiento futuro entre ellos. Porque en el deporte, como en la vida, no todo se borra con una prueba negativa.